Como os he comentado durante estos 2 años, al ser mi churumbelito lo que se conoce como prematuro tardío, ha estado incluido en un programa de revisiones especiales con un neonatólogo desde que nació. En su caso, las revisiones han sido idénticas a las del pediatra en cuanto a visitas de control de un niño sano, y supuestamente al cumplir 2 años se acabarían estas consultas especiales. Pero no. La semana pasada tuvimos la que se suponía que sería la última visita con el neonatólogo sin alta como prematuro tardío. ¿Es un drama? No negaré que iba con algo de esperanza para salir de allí sabiendo que al menos en aspectos no comunicativos mi mochuelo está de lo más común y corriente, como de hecho sucedió. Pero al comentarle nuestro seguimiento en atención temprana, el neonatólogo ha decidido seguir estudiándolo de cerca durante un año más. Bueno, durante un año… En realidad, todo se resume en que al cumplir 3 años tendremos que volver para que lo vea de nuevo, lo mida, lo pese, vea cómo se mueve, lo ausculte y ¡si habla! Nunca sobran las revisiones, aunque a veces se nos acumulen y se hagan difíciles de llevar. En cualquier caso, os cuento cómo fue esta última visita y cómo debería haber finalizado si no llega a ser por los resultados del M-chat. Aunque el neonatólogo, como cada médico que nos encontramos en nuestro camino, también tenía su propia opinión respecto al desarrollo del niño.
1. De peso, medida y salud general bien, gracias
Como hacía 2 semanas escasas que habíamos pasado la revisión pediátrica de los 2 años, este punto no había variado nada: casi 13 kilos de niño, 86 centímetros, movilidad normal, auscultación normal, e historial clínico sin enfermedades reseñables. Como los prematuros tienen una tendencia horrible a los problemas respiratorios, a las bronquiolitis, bronquitis, asma, ingresos hospitalarios y toda la parafernalia que conlleva una salud algo más delicada de lo normal, casi me da la enhorabuena al decirle que lo más grave del último año habían sido 2 resfriados y 2 laringitis que le pega su hermana. Pero sin nada de ingresos claro, que era lo que él quería saber para anotar. El médico relaciona su buen estado de salud con el hecho de que no va a la guardería y a la lactancia materna, porque me vio liada con la teta mientras estábamos en la sala de espera. No seré yo quien le lleve la contraria en estos puntos, la verdad.
2. ¡Ya camina!
Es lo normal a los 2 años, pero como en la anterior revisión nuestro pediatra estaba indignadísimo porque con 1 año recién cumplido mi mochuelo aún no se había lanzado a echar los primeros pasos, quiso constatar que ya no había de qué preocuparse. En el suelo de la consulta tenían 2 líneas adhesivas de color amarillo, que hacen recorrer a los niños, aunque esta prueba se la saltó con el mío, porque ya lo había visto danzar por la sala de espera, además de abalanzarse sobre la puerta de otra consulta y acabar los dos dentro, invadiendo la intimidad de otro niño. ¡Es que no para! Ya podría hablar una mijita más y moverse un poco menos.
3. No te preocupes demasiado por el habla
Ya casi había dado por concluida la revisión cuando llegó la parte del vocabulario de mi pimpollo. Él tenía apuntado que con 1 año solo decía teta ¡y así seguía un año después! Bueno, ahora complementa la teta con hola, caca, no, manzana, Laura y a la calle, pero nada más. Según el neonatólogo, son muchísimos los niños de 2 años que no hablan, y en su caso no le suelen dar importancia hasta que llegan a los 3 años. Pero como se declaraba no experto en la materia, le pareció divinamente que sigamos yendo al CDIAP, sin agobiarnos demasiado. Él lo miraba y remiraba y decía estar convencido de que el niño hablará, porque se le ve intención comunicativa, y por la descripción de su comportamiento en casa que yo le relataba, cree que simplemente es perezoso, que se hace entender sin necesidad de usar el lenguaje oral y que por eso está estancado en esta fase. Dice que suele ser algo frecuente en los niños de 2 años, que se sienten el centro del universo y creen que el resto de la humanidad estamos para descifrarlos a ellos, mientras ellos siguen a su aire. ¡Ver para creer! La verdad es que esa descripción cuadra perfectamente con el comportamiento de mi zángano, aunque ante la duda ¡seguiremos en atención temprana!
No sé si el año que viene, cuando cumpla 3 años, se producirá ya el alta definitiva en neonatología o no. En principio, lo de llamar neonato a una criatura con 3 años, me resulta chocante, pero la verdad es que allí había niños bastante mayores, por lo que deduzco que el prefijo neo se puede alargar bastante más allá. Lo que sí nos está quedando claro es que ante un diagnóstico de marcadores del espectro autista, ningún profesional es tajante en su opinión, por lo que nos esperan algunos años de incertidumbre que afrontar. Puede serlo todo o nada, dependiendo de cómo evolucione, así es que a seguir esperando ¡y estimulando! ¿Creéis que podrías mantener la preocupación a raya ante un panorama tan incierto? Yo estoy convencida por ahora de que lo mejor es vivir el momento y no pensar demasiado en el futuro, sin dejar de actuar en el presente, claro.
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